🗞Sólo se sabe que no se sabe nada | OneFootball

Un Clásico que comienza a recordar al rocambolesco desenlace a la final de la Copa Libertadores, entre Boca Juniors y River Plate.

Salvando la violencia que exigió la postergación de la vuelta de la final de la Copa Libertadores entre Boca y River, aquella que se jugó en el Santiago Bernabéu, la incertidumbre que comienza a generar la falta de resolución en torno a la fecha del Clásico que iba a disputarse el 26 de octubre, roza en tragicomedia.

Si bien las razones son más que legítimas, la seguridad del espectador jamás debe estar en riesgo, los encontronazos por parte de clubes, directivos y entes reguladores y organizadores del fútbol español destacan, ante todo, la necesidad de no ceder más que la de solventar.

LaLiga, con los ratings como principal argumento, esgrime que ha de jugarse el día 7 de diciembre, para que el Clásico no pierda el carácter de encuentro de fin de semana con el que se organizó el cronograma de la Primera División española.

El otro bando, conformado por clubes y Federación, no ven inconveniente el día 18 de diciembre.

Barcelona se defendía de mover el encuentro de la fecha original, pese al certero riesgo que conlleva celebrar un partido diseñado para polarizar, el mismo día de una manifestación multitudinaria que de polarizar bastante sabe. Su principal argumento, era la palabra -ya que informe escrito no hubo- de los Mossos d’Esquadra de poder ser capaces de lidiar con ambos eventos a la par.

El Madrid se oponía al riesgo de jugar en octubre, porque era más que claro lo difícil que sería. Pero a su vez, se oponía a trasladar la cita al Bernabéu, entre otros motivos, porque alteraba la competición, abría espacios para reclamos, y un temor de trasladar el conflicto a la capital, donde Atlético y Athletic Club también estarían jugando ese mismo día.

Un rompecabezas sin lugar a dudas, que por falta de diligencia y pensamiento crítico, está a poco de convertirse en un circo en medio de cosas más serias.