🗞Mejor malo conocido que bueno por conocer | OneFootball

Un mantra que en el Real Madrid pareciera estarse aplicando.

En un partido deslucido, el Real Madrid saltó al terreno de juego con prácticamente un once de la Era Ancelotti. Síntoma para muchos, de que las ideas frescas se acabaron, y que Zinedine Zidane no le tiene tanta fe a la nueva camada, aquella que en dos años apenas le ha costado al club 468,25 millones de euros.

Y no es un argumento inválido: En los poquísimos minutos que han tenido los nuevos, han demostrar tener una calidad suficiente para, al menos, ser considerados con más regularidad.

El curso pasado de Vinicius Junior pasa a ser un ejemplo emblemático de ello mismo. Más que sabido que el brasileño está a la altura del reto de volver alegre el ahora enmudecido Santiago Bernabéu. Similar puede decirse de Luka Jovic, quien llega desde la Bundesliga gracias a un esplendoroso 2018/19, y ya ante el Valladolid estrelló un cabezazo contra el travesaño.

Kubo y Rodrygo, enviados al segundo equipo -posteriormente siendo cedido el japonés-.

Una historia con dos versiones

Pero el contra argumento es igual o más válido, en especial si se mira a lo que ocurre en la otra acera: La necesidad de rotar es más que aparente, cuando de una temporada de aproximadamente 60 encuentros se habla. La falta de opciones puede complicar la planificación, como aparentaba ser el caso del Barcelona: Sin Messi, Suárez o Dembélé, debieron jugar con un sólo delantero nato, de cuatro que existen en la plantilla.

Es por ello que tampoco debería ser alarmante ver a viejos conocidos exclusivamente en un encuentro que no será necesariamente la prueba más exigente que afronte el Madrid en esta campaña.

Así se esgrime un comienzo de campaña ambiguo en el discurso de la afición blanca: Expectativa pero preocupación. Viejos amores resurgidos, nuevos nombres que provoca corear. El tiempo lo cura todo, hasta las incertidumbres. Por lo que pueda o no pasar, sigue habiendo alrededor de 500 millones de euros en la banca listos para prestar una mano de ser necesario.